Buenas tardes; mañana comenzaremos la semana previa a los Carnavales y a la Cuaresma, cuyo inicio celebraremos el Miércoles de Ceniza (día 5 de marzo) y al que estáis invitadas las familias como viene siendo habitual en los últimos años.
La familia (padre y abuelo) de Ainhoa nos acompañaron el viernes para presentarnos su página del Libro Viajero de los Abuelos; fue un rato muy divertido porque, además de todas las cosas que nos contaron de lo bien que se lo pasan Ainhoa y sus abuelos, tuvimos una pequeña sesión de magia!!! Todos nos quedamos con cara de asombro y de sorpresa. Muchas gracias familia.
Algunos-as de vosotros me habéis pedido que publique en el blog los videos que vimos en la reunión. Lo haré con mucho gusto a mediados de esta semana.
Os dejo unas cuantas fotos y el artículo de esta semana, para unos minutos de pausa y de reflexión.
Cómo aplicar límites a
los niños
10 consejos básicos para aplicar límites
educativos
Cuando
necesitamos decir a nuestros hijos que deben hacer algo y "ahora"
(recoger los juguetes, irse a la cama, etc.), debemos tener en cuenta algunos
consejos básicos:
1.
Objetividad. Es frecuente escuchar en nosotros mismos y
en otros padres expresiones como "Pórtate bien", "sé
bueno", o "no hagas eso". Estas expresiones significan
diferentes cosas para diferentes personas. Nuestros hijos nos entenderán mejor
si marcamos nuestras normas de una forma más concreta. Un límite bien
especificado con frases cortas y órdenes precisas suele ser claro para un niño.
"Habla bajito en una biblioteca"; "da de comer al perro
ahora"; "agarra mi mano para cruzar la calle" son algunos ejemplos
de formas que pueden aumentar sustancialmente la relación de complicidad con tu hijo.
2.
Opciones. En muchos casos, podemos dar a nuestros
hijos una oportunidad limitada para decidir como cumplir sus
"órdenes". La libertad de oportunidad hace que un niño sienta una
sensación de poder y control, reduciendo las resistencias. Por ejemplo:
"Es la hora del baño. ¿Te quieres duchar o prefieres bañarte?".
"Es la hora de vestirse. ¿Quieres elegir un traje o lo hago yo? Esta es
una forma más fácil y rápida de dar dos opciones a un niño para que haga
exactamente lo que queremos.
3.
Firmeza. En cuestiones realmente importantes, cuando
existe una resistencia a la obediencia, nosotros necesitamos aplicar el límite
con firmeza. Por ejemplo: "Vete a tu habitación ahora" o
"¡Para!, los juguetes no son para tirar" son una muestra de ello. Los
límites firmes se aplican mejor con un tono de voz seguro, sin gritos, y un
gesto serio en el rostro
4.
Acentúa
lo positivo. Los niños son más
receptivos al "hacer" lo que se les ordena cuando reciben refuerzos
positivos. Algunas represiones directas como el "no" o
"para" dicen a un niño que es inaceptable su actuación, pero no
explica qué comportamiento es el apropiado. En general, es mejor decir a un
niño lo que debe hacer ("Habla bajo") antes de lo que no debe hacer
("No grites"). Los padres autoritarios tienden a dar más órdenes y a
decir "no", mientras los demás suelen cambiar las órdenes por las
frases claras que comienzan con el verbo "hacer".
5.
Guarda
distancias. Cuando decimos
"quiero que te vayas a la cama ahora mismo", estamos creando una lucha
de poder personal con nuestros hijos. Una buena estrategia es hacer constar la
regla de una forma impersonal. Por ejemplo: "Son las 8, hora de
acostarse" y le enseñas el reloj. En este caso, algunos conflictos y
sentimientos estarán entre el niño y el reloj.
6.
Explica
el porqué. Cuando un niño
entiende el motivo de una regla como una forma de prevenir situaciones
peligrosas para sí mismo y para otros, se sentirá más animado a obedecerla. De
este modo, lo mejor cuando se aplica un límite, es explicar al niño porqué
tiene que obedecer. Entendiendo la razón, los niños pueden desarrollar valores
internos de conducta o comportamiento y crear su propia conciencia. Antes de
dar una larga explicación que puede distraer a los niños, manifiesta la razón
en pocas palabras. Por ejemplo: "No muerdas a las personas. Eso les hará
daño"; "Si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán
tristes porque les gustaría jugar aún con ellos".
7.
Sugiere
una alternativa. Siempre que apliques
un límite al comportamiento de un niño, intenta indicar una alternativa
aceptable. Sonará menos negativo y tu hijo se sentirá compensado. De este modo,
puedes decir: "ese es mi pintalabios y no es para jugar. Aquí tienes un lápiz
y papel para pintar". Otro ejemplo sería decir: "no te puedo dar un
caramelo antes de la cena, pero te puedo dar un helado de chocolate
después". Al ofrecerle alternativas, le estás enseñando que sus sentimientos y deseos son aceptables. Este es un camino de expresión más
correcto.
8.
Firmeza
en el cumplimiento. Una regla puntual es
esencial para una efectiva puesta en práctica del límite. Una rutina flexible
(acostarse a las 8 una noche, a las 8 y media en la próxima, y a las 9 en otra
noche) invita a una resistencia y se torna imposible de cumplir. Rutinas y
reglas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día, aunque
estés cansado o indispuesto. Si das a tu hijo la oportunidad de dar vueltas a
sus reglas, ellos seguramente intentarán resistir.
9.
Desaprueba
la conducta, no al niño.
Deja claro a tus hijos que tu desaprobación está relacionada con su
comportamiento y no va directamente hacia ellos. No muestres rechazo hacia los
niños. Antes de decir "eres malo", deberíamos decir "eso está
mal hecho" (desaprobación de la conducta).
10.
Controla
las emociones. Los investigadores
señalan que cuando los padres están muy enojados castigan más seriamente y son más
propensos a ser verbalmente y/o físicamente abusivos con sus niños. Hay épocas
en que necesitamos llevar con más calma la situación y contar hasta diez antes
de reaccionar. La disciplina consiste básicamente en enseñar al niño cómo debe
comportarse. No se puede enseñar con eficacia si somos extremamente
emocionales. Delante de un mal comportamiento, lo mejor es contar un minuto con
calma,
y después preguntar con tranquilidad, "¿qué ha sucedido aquí?". Todos
los niños necesitan que sus padres establezcan las guías de consulta para el
comportamiento aceptable. Cuanto más expertos nos hacemos en fijar los límites,
mayor es la cooperación que recibiremos de nuestros niños y menor la necesidad
de aplicar consecuencias desagradables para que se cumplan los límites. El
resultado es una atmósfera casera más agradable para los padres y los hijos.