domingo, 23 de noviembre de 2014

Esta semana nos hemos acercado a los Derechos del niño, a través de diferentes actividades, entre ellas la canción que nuestros niños cantan en los vídeos que pongo hoy. No se si se verán muy bien; ya me diréis. Hemos conocido distintas realidades en diferentes lugares del mundo en las que los derechos del niño son vulnerados y no se respetan ni cumplen. Tenemos mucha suerte y queremos que TODOS los niños del mundo también la tengan.

Y nuestra Cristina ha cumplido cinco años y nos acompañaron su madre, su abuela y su hermanito. El bizcocho, impresionante. Muchas gracias por acompañarnos.

Realizamos actividades grupales en las que los niños tienen que llegar a un acuerdo. Es fantástico ver cómo dan sus argumentos, cómo dialogan, cómo escuchan lo que los otros dicen. Al final, uno de cada grupo plasma en el papel lo que han decidido.

Y finalmente pongo un artículo, interesante y a la vez necesario; muy recomendable.
















Los 12 errores más frecuentes que cometemos al comprar juguetes a los niños
Ya están aquí. Las Navidades están a la vuelta de la esquina y la muestra de ello es que en casa hace varios días que los catálogos de juguetes dan vueltas de un niño a otro, las luces de las calles ya están colgadas y los anuncios de la tele plagados de niños con cara de felicidad inmensa anunciando juguetes increíbles y juguetes increíblemente absurdos o aburridos.
Ellos piden y nosotros, los padres, hacemos lo que podemos, mirando la cartera, mirando la utilidad y mirando que sean los juguetes adecuados para cada niño. ¿O quizás estoy equivocado y no lo miramos tanto? Queremos ofreceros los doce errores más frecuentes que cometemos al comprar juguetes a los niños, por si los queréis tener en cuenta.
Para ello hemos cogido una lista con los errores que la Asociación de Investigación de la Industria del Juguete (AIJU) considera más frecuentes y la hemos pasado por nuestra batidora personal, con el fin de ofreceros nuestra visión al respecto.
1. No tener en cuenta el etiquetado, las especificaciones y las instrucciones
Siempre hay que leer la letra pequeña y la no tan pequeña para tener en cuenta los posibles peligros que puede generar el juguete. A veces hay advertencias de seguridad importantes, a veces te dicen que no lleva pilas incluidas (a ver dónde las vas a comprar el día 6 de enero), a veces dicen que contiene piezas pequeñas y que no es adecuado para tu hijo, por su edad. Además, una vez lo abres, vale la pena mirar las instrucciones. Sé que los españoles somos muy de pasar de ellas y de ir directamente a hacer las cosas sin mirar los libretos, y lo entiendo porque muchas veces tampoco dicen nada del otro mundo, pero vale la pena confirmarlo, porque más de un padre manazas puede llegar a hacer un mal uso del juguete o incluso romperlo y convertir lo que era un juguete seguro en uno inseguro.
2. No tener en cuenta la edad para quien se recomienda el juguete
Sabemos que los niños de hoy en día son muy espabilados y siempre se puede jugar un poco arriba o abajo con la edad recomendada de los juguetes, pero la elección debe estar hecha con sentido común porque los juguetes se crean para promover el juego, y si un niño recibe un juguete que no entiende, el juego se resiente, el niño se frustra y el juguete queda relegado al olvido. No hace falta anticiparnos, crecerán antes de lo que creemos, así que vale más comprar los juguetes que le ayuden en el momento y no los que utilizará dentro de unos años.
3. Regalar juguetes sexistas o que transmitan valores que no deseamos
Una cosa es que una niña te pida una cocinita y se la regales porque la quiere y otra que se la regales cuando ella te está pidiendo otra cosa. Una cosa es que un niño te pida un balón y se lo regales y otra que te pida una cocinita y te niegues, y le regales un balón. No seamos carcas, el juego es libre y los niños juegan a hacer lo que hacen sus padres y sus madres, y si queremos que padres y madres lleven a cabo las tareas del hogar sin sexismos, pues habrá que dejar que los niños jueguen a lo que quieran.
De igual manera, debemos tener cuidado con los juguetes violentos, las armas, disfraces, etc. A mí personalmente no me gustan nada las réplicas de armas en juguete, porque son copias de objetos que sirven para matar. De igual modo, no me gustan como visten las Monster High y compañía, y en consecuencia, vestir a las niñas con esos disfraces me parece igual de "terrible". Sí, son juguetes, proporcionan juego simbólico, pero no sé hasta qué punto jugar a ser sexy, siendo niñas, tiene lógica.
4. Escoger juguetes que lo hacen todo
En los anuncios los niños alucinan, sus caras lo dicen todo, y nuestros hijos, al ver esa felicidad en la tele quieren protagonizar lo mismo. Sin embargo, debemos ser críticos y ver qué están admirando. Muchas veces son simples espectadores de juguetes que con mucho ruido, mucho tamaño y mucho artificio sirven de espectáculo para los niños. Son juguetes que lo hacen todo, que no proporcionan el juego y que están destinados al olvido rápido. Recordad, los juguetes no son el fin, son el medio para proporcionar horas de juego, imaginación y diversión. Si no hacen esto, no sirven.
5. Comprar juguetes enormes
El súpermega Scalextric, la pista de coches que te ocupa todo el comedor, el circuito de trenes inacabable, la casa de muñecas que solo cabe en no sé qué armario. Cuanto más grande más divertido los primeros días, pero más pereza da cuando está guardado y hay que sacarlo. Pereza a los padres, que les ayudamos a montarlo y desmontarlo y luego, cuando nos cansamos y lo hacen ellos, pereza para ellos, que lo tienen que sacar, montar y desmontar.
6. Optar por juguetes educativos
No es que estén mal del todo, algunos están muy bien, pero mucho cuidado. Desde hace unos años hay padres que pretenden que sus hijos tengan el doctorado a los 3 años y se limitan a comprar juguetes educativos que proporcionan aprendizaje, pero no siempre diversión. Si no son divertidos, no sirven.
7. Pretender que jueguen solos con ellos
"Es que le doy juguetes y aguanta solo unos minutos", me dijo una vez la madre de un bebé de 9 meses. "Claro, los juguetes sirven para ayudarnos a jugar con ellos, no para que ellos jueguen solos", le respondí. Y es que, como he dicho más arriba, los juguetes son el medio que les ayuda a jugar, pero no son el único medio. ¿No existe el juego sin juguete? Por supuesto que sí, existe con y sin juguete, y cuando son pequeños, el juguete es una ayuda para ellos y nosotros con el fin de jugar juntos. Más adelante, cuando son más mayores, sí que juegan más tiempo solos o con otros niños, pero de pequeños, lo más importante no es el juguete, sino nosotros, los padres, que compartimos el juego con ellos.
8. Regalar demasiados juguetes
Por eso hay que tener mucho cuidado con la familia y tratar de tenerlo todo un poco ligado y por eso odio las fiestas de cumpleaños con los compañeros de clase. El niño acaba teniendo tantos juguetes, tantos, que el verdadero sentido de los regalos se pervierte y el objetivo de los juguetes también. Un niño tiene que tener juguetes suficientes, pero nunca tantos que no pueda jugar con todos ellos o que haga que muchos queden olvidados antes de ser conocidos. Así, además, pierden el valor de las cosas, hay más probabilidad de desorden en casa y más de que acaben por cuidarlos poco.
9. Dejar que se dejen llevar por la publicidad
Los anuncios de la tele, como ya he dicho, presentan el juguete de manera que eso parezca "Port Aventura" en tu casa, o un parque Disney. Dan ganas de tenerlos todos. ¡Si hasta a mí me dan ganas de comprarlos para mí! Pero tenemos que ayudarles a hacer el mismo razonamiento que hacemos nosotros y hacerles ver cuáles son las posibilidades reales del juguete para que se imaginen a sí mismos jugando con él. Muchas veces, haciendo ese ejercicio, se dan cuenta de que no es tan divertido como parece. Incluso podéis ayudaros de Youtube, donde muchas veces se analizan o muestran los juguetes, para ver cómo son en realidad y qué ofrecen.
10. Comprar juguetes demasiado baratos
Y no me refiero a ofertas. Si las hay, adelante. Me refiero a imitaciones, copias o juguetes que probablemente no habrán pasado ningún control de calidad. Pueden durar poco, pueden ni siquiera hacer lo que prometen, pueden traer piezas en mal estado, pueden contener tóxicos y pueden ser muy peligrosos.
11. Comprar todo lo que los niños piden en la carta
Para no desvirtuar la función de Papá Noel y los Reyes Magos, personas mágicas que cumplen algunos deseos de los niños porque quieren, y convertirlos en criados que van a la juguetería a comprar lo que pone en la lista de la compra de cada niño, lo ideal es comprar alguna de las cosas que pide el niño (todas si son pocas y nos parece bien, ojo), y quizás alguna sorpresa o juguete que nos guste a nosotros, pero no todo. Si nos hacen una lista grande, pues el error sería tratar de cumplirla. Ya no solo por la cantidad, sino porque entonces no estamos valorando adecuadamente lo que pide. Somos los padres y tenemos que leer la lista de manera crítica para hablar con ellos y escoger juntos los juguetes con los que se lo pasarán mejor (nos lo pasaremos mejor), evitando además el rápido abandono por no ser un juguete adecuado.
12. Comprar sólo lo que les gusta
Entiendo que si compras sólo lo que a un niño le gusta aciertas seguro. Sin embargo, le privas de otros tipos de juegos que pueden ayudarle a desarrollar otros aspectos de su vida. Si le encantan los coches y solo le regalas coches, ¿cuándo jugará a construcciones, a juegos de correr, a juegos de inteligencia, a juegos por turnos, a ser papá y mamá comprando en el supermercado o cocinando o...?
(Tomado de Bebés y más)

lunes, 17 de noviembre de 2014

Después de varias semanas, retomamos la actividad y el ritmo habitual de nuestro Blog.


Esta semana la estamos dedicando a los Derechos del Niño: estamos hablando de derechos y deberes, los escenificamos, los escribimos, los dibujamos, aprendemos canciones... y también hablamos de los muchos niños y niñas que en el mundo no pueden disfrutar de algunos de los derechos que, por el hecho de ser niños y personas, les deberían corresponder.


El proyecto del cuerpo humano y todo el material que estáis aportando las familias, nos están haciendo aprender mucho y de una manera muy divertida. Federico, Huesitos y Gominola son nuestros esqueletos. Es muy simpático cuando alguno viene y dice: "Profe, me he dado un golpe a la altura del fémur", o "profe, creo que me he roto la falange de la mano"...

En estos días Iker y Áurea han cumplido años. Nuestros niños no dejan de crecer.

Pongo después de las fotos el enlace a la canción "Mira de nuevo" el lema de este año; alguna madre me la había pedido.

Y dejo también un artículo, para leerlo con tranquilidad, reflexionar, estar de acuerdo o discrepar... en fin...








  




NO LE ENSEÑES A TUS HIJOS A DECIR “LO SIENTO”


La profesora de pre-escolar Ann Hardesty McKinley comparte su método para enseñarle empatía a sus preescolares. Los niños a esa edad no entienden las palabras “lo siento”, ella nos dice, “entonces, les enseño lo que "lo siento" significa”.


Esta peculiar profesora de pre-escolar no obliga a los niños a decir “lo siento” cuando lastiman a un compañero con palabras o acciones. Lo que sí hago, nos dice, es que le pregunten a su compañero, “estas bien?” Algunas veces la respuesta es “Si”, pero la mayoría de las veces es “No”. Después les digo que vayan y pregunten: “Que puedo hacer para que te sientas mejor”, en ese momento, les hago sugerencias de qué hacer: “Necesitas ayuda para reconstruir tu torre de bloques? Necesitas un abrazo? Una toalla de papel mojada haría sentir mejor el dolor de ese golpe? Quieres que te deje solo?”. Sé que esto funciona porque pasamos por estas situaciones en otoño, y en la primavera cuando algún chico se cae en el parque de juegos, otros niños corren hasta donde está él y le preguntan: “Estas bien? Que puedo hacer para que te sientas mejor?”. 

El fondo de esto es que no estamos buscando culpables, estamos marcando la diferencia. Se trata de buscar la responsabilidad en lugar de culpabilizar, porque la culpa no repara, pero la empatía y la responsabilidad sí.

En ocasiones claro que puede (y debe) decir "lo siento, disculpa, perdóname" pero acompañado siempre de esa segunda parte que nos propone la autora. Es decir, pedir disculpas debe ir acompañado de la reparación del daño causado.

Desarrollando esta habilidad estaremos ayudando a nuestros hijos a conectarse con otros y consigo mismos para "escuchar" sus sentimientos, y que puedan decir "lo siento" de corazón y no como una frase hecha, que realmente no llega a entender.

Tomado en parte y traducido de www.lexingtoncommunitybuilding.org. Ampliado por el autor del blog.